Mañana lloverá (II)
Probablemente hubiera sido la mejor noche de su vida... De no ser porque era mentira. Lo sabían todos menos él. Aquel Bombón nunca existió en la envidia de sus colegas ni de sus ex. Y Marcos ya no estaba seguro si existía para él.
Lo cierto es que no recordaba nada, salvo el antes y el después, y eso, en su opinión, era una consecuencia habitual en los sueños. Pero pensó Marcos que el Bombón era demasiado imperfecto para ser soñado, los sueños de Marcos dejaban secuelas infinitamente mejores que las que recibió de ella. La verborrea del garito fue tremendamente insoportable aunque la ilógica nota tras el polvo amnésico parecía sacada de una novela penosa de las que venden en los quioscos.
Tampoco es que Marcos quisiera reencontrarse con el Bombón -que a fin de cuentas, pasados los días y la resaca, no era tan Bombón como él quiso ver- pero tampoco quería quedar como un notas delante de sus amigos. En otra ocasión seguro que lo hubiera dejado pasar, pero esta vez él creía que era real, que era cierto, aunque empezara a dudarlo. Así que se decidió a encontrarla, en algún sitio. ¿Dónde? Empezaría por el garito de aquella noche, de mala música pero gran ambiente.