Cambio de juego
Quién pudo saber que el vacío no era peor que la nada
quién iba a pensar que el latido estaba allí
desde el principio luchando
por entenderse con una lógica tan absurda como necesaria
Quién pudo predecir que la soledad estaría más concurrida que la vida
a tu lado.
Es como sentarse en las piedras que abrazan el río
encontrando siempre una aún más grande
donde podrías haberte sentado más cómodo.
Y aun en la tibieza del aire conjugado a media noche
como si sus partículas pesaran tanto que es imposible moverlas
ni tan siquiera sacarlas de los pulmones
sólo para introducir unas nuevas
reaparece tu rostro preclaro anunciador
Se comunica conmigo a través del agua
de las pupilas tan viejas ahora
tan tristes
Y aprieta entre sus dientes un absoluto innombrable
una pared de viento
un suspiro de amargura
Ese rostro se lamenta ante sí mismo
se retuerce entre mareas lunares
se ofrece ante un espejo juez
y parte
Y explota en sangre
se extiende en dudas
Y tras su nada se atisba una voz
Lo siento.