Racionalizaciones estúpidas II. Racionalizaciones (y estúpidas)

De nuevo, me sorprendo pensando en ESE tipo de gente. Ya sabes de quién estoy hablando, entre tú y yo, la gente E.G.O.
Y no me refiero a un nuevo sistema educativo, que después del Plan Bolonia, ya sería la re-leche. NO
Me refiero, como bien sabrás, a esa gente que hace, deshace y rehace única y exclusivamente por y para sí. Habla de sí misma hasta creerse lo que se dice, explica sobre sí todo lo que los demás, según cree, quieren saber. Llega, incluso, al punto de desarrollar tonterías que de largo pasarían por discursos políticos de no ser porque suelen llevar la palabra: piruleta o rojo o caramelo en ellas.
Lo que me lleva a pensar que quizá esta gente lo que echa de menos es su infancia. Porque en ningún momento de nuestra vida se nos atiende más que en nuestra infancia. Después pasamos a ese estado de incomprensión general que termina por dejarnos en la más absoluta de las soledades humanas y que intentamos solventar con arrumacos y demás género romántico pero que finalmente acaba con la muerte, que es solitaria y solitarista.
Pero me estoy desviando de lo que venía a decirte, estamos hablando de racionalizaciones y estúpidas. (O estúpidos, ojo, que los hay a mogollón, también).
Entiéndeme bien, no estoy acusando a todo aquel que expone una pequeña parte de sí en sus escritos, o en sus fotografías, o incluso en la mayor nimiedad de la red; de hacer esto, iría contra mí misma, y eso sería desacreditar lo que pueda tener de verdad este texto. Me refiero a la gente que considera que lo más interesante, en todo momento, es su yo.
Tras estos meses de lectura de un libro que, en mi más humilde opinión academico-literaria, dista mucho de ser la erudición de la sabiduría oriental pero que te acerca en cierta medida a este mundo, he podido comprobar que la ya mencionada sabiduría queda muy lejos del concepto de yo. Por otro lado, echar tierra entre la gente que peca de excesivo E.G.O. y diferenciarme de ella tan fácilmente no sería justo, porque caería en la misma cesta del E.G.O. Pero este mundo occidental que me envuelve me complica la tarea de perdonar la soberbia hasta tales límites, por mucho que me empeñe en igualarnos a todos... En ese sentido, podría decirse (si de una raza aparte se tratara en cuanto a estos personajes) que soy un pelín racista. No soporto el yoísmo, el E.G.O., la sed de narciso, el espejo cegado de la ¿verdad?...
No lo soporto. Y como no lo soporto. Creo que aquí ha terminado lo que pretendía ser una acusación y casi ha acabado pareciendo una apología por el medio del "predica con el ejemplo" de los millones y millones de bloggeros, facebookeros, tuentieros, etc etc que sólo y repito SÓLO pueden hablar de sí mismos, cuando tanta gente ha hecho y dicho tantas cosas que ellos jamás comprenderán (porque esto último suele ser inversamente proporcional). He dicho.
(Y ahora, me excomulgue quien quiera excomulgarme)

Otras entradas