Dónde estaba, dónde estoy

La perspectiva lo es todo, la parcialidad. Es eso que defienden aquellos a los que los hechos acongojan, porque ¿qué es la verdad? Nos equivocamos al dotarla de carácter determinado, pero existe, existen.
Y los puntos de vista son traicioneros. Ya ve, aquí me encuentro cumpliendo la edad que tenían quienes a mi alrededor estaban hace algunos años. ¿Habrá algo en común con aquella gente que ya no es gente sino recuerdos?

¿Habré de pensar o habré pensado algo semejante a los que antes de mí contemplaron llegar una treintena de tiempo vivido? Es posible, no hay nadie tan peculiar en este mundo que haya sentido algo que jamás nadie más sintió o sentirá, tal es la rutina, tal la cotidianidad del ser humano.
Y sí, lo sé, compararse es absurdamente inútil, un ejercicio narcisista de mesura que solo trae complejos y prejuicios. Pero no se equivoque, la comparación no es entre iguales. 

La crisis llega porque se está comparando a un individuo con toda una especie, con todos los fracasos y los éxitos de quienes me precedieron. ¿Qué hemos conseguido después de treinta años? ¿Qué habremos de conseguir para que cualquier edad haya sido suficiente?

Hemos aprendido, desde luego. Y si es por pedir, hubiera pedido otro tipo de lecciones, o quizá no. A estas alturas, además, ya me he dado cuenta de que luchar contra el pasado solo recorta el futuro.
Pero apenas aún sigo volando en círculos alrededor de cuestiones quizá no tan fundamentales, pero llave de libertades que se han ganado a pulso. 

Y ¿por qué la nostalgia? ¿Por qué la tristeza? Una batalla continua y una búsqueda de aquello que nos hizo sentir vivos, jóvenes, nuevos, aprendices del mundo, inocentes y exculpados. Créame, guardo detallado apunte de cada uno de los actos de los que debo hacerme responsable. No me pesan, me desatan.

Cuantos más errores, si es que como tal queremos llamarlos, más rebeldía, más determinación, más individualismo, más exigencia, más reclamación, más confianza. Más de mí y menos también, según se mire. He aquí, de nuevo, perspectiva, una y no "la" verdad.

Acabemos la partida y digamos, por ejemplo, que o bien han acabado treinta años o bien sacamos entrada para los próximos treinta. Palomitas, asiento asignado... Se apagan las luces y a disfrutar de la película.



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