DESEO/REALIDAD

Os voy a poner algunos fragmentos de lo que podíamos llamar un ensayo filosófico (eso sí, cortito) que hice hace unos meses. Es largo para postearlo así que es posible que entre fragmento y fragmento creais que hay un desligue importante.
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Así, deseo no es sino el movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de una cosa y/o el anhelo de que acontezca o deje de acontecer algún suceso. La voluntad es el querer, el pretender. Llama la atención entonces el hecho de que el deseo es voluntad enérgica, activa, tenaz, vigorosa o fuerte; el deseo significa involucrarse, acción y no reacción.
Por otro lado, realidad es existencia real, verdadera y efectiva de alguna cosa, es verdad, sinceridad. El hecho, el concepto material, el ser en sí mismo; al cabo, la/s circunstancias de un momento. Siendo así que la realidad es para todos la misma aunque la concibamos de diferentes formas, es decir, el hecho es por sí mismo y los diferentes hombres la interpretan de un modo u otro.
La suma de estos dos conceptos (uno ideológico, el deseo, y otro material, la realidad) precisan que uno de los dos se introduzca en el ámbito del otro.
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Esto conforma una serie de circunstancias que se resuelven como la dificultad que podamos tener para relacionar deseo y realidad, así como la que podamos tener para mantener dicha relación una vez establecida.
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De lo que se sigue que nuestro deseo, una vez que se ha materializado la idea y se ha unido ésta al desarrollo histórico, no se haya cumplido total o parcialmente a causa de la cantidad de factores que lo rodean, de los obstáculos que debe superar para llegar a la realidad tal y como salió de la mente humana. Aquél que afirme que un deseo, por básico y simple que sea, se ha reflejado totalmente en la realidad, miente o ignora qué parte de su deseo no ha sido fielmente trasladada a la realidad o, incluso, su realidad no es material sino de otro campo. Es preciso especificar que, una vez que el deseo ha llegado a la realidad, dicha realidad es ya una realidad futura, realidad que no se corresponde con la que existía cuando nuestro deseo salió de nuestra mente y mucho menos cuando comenzó a fabricarse dicho deseo.
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En conclusión, el desarrollo nos hace imposible el cumplimiento total y permanente de nuestros deseos. El deseo es por tanto una utopía, una quimera que, sin embargo, es motor del mismo desarrollo, pues por deseos se ha movido, se mueve y se moverá el hombre. La conjunción deseo-realidad es concebible sólo como circunstancia casual y no forzada en la que nunca la realidad será completamente tal y como la deseamos, ni el deseo llegará a ser jamás completamente real."
9.III.07. LUCÍA FDEZ. SEGURA

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