Santander 201....10

Ha ocurrido, paisanos, ha ocurrido. Santander ha sido eliminada de la carrera por la obtención del título de CAPITAL EUROPEA DE LA CULTURA 2016.

Yo lo siento, y lo siento mucho. Pero no porque considerase que las propuestas que se han ido llevando a cabo merecieran un premio tal, sino porque mucha gente tenía puestas las esperanzas en que Santander llegara a ser "algo" culturalmente válido.

Por mi parte, nunca estuve muy de acuerdo con las campañas propagandísticas que se han estado llevando a cabo, ni con las ideas para "culturizar" de la Fundación Santander 2016, encabezada por el señor Rafael Doctor Roncero, que, según leo, se irá en un tiempo, puesto que considera que su papel ha terminado, ya que vino exclusivamente a dinamizar la capital cántabra en lo que a cultura con proyección "europea" se refiere. 
Lo que quiero decir es que no me hubiera parecido justo que Santander hubiera salido vencedora de la Capitalidad Europea de la Cultura porque se ha divido la ciudad por barrios con una bandera y nacionalidad distintas en cada uno, y ya no éramos ni de El Alisal, ni de General Dávila, por ejemplo, sino de Estonia y Finlandia. Ni tampoco porque se hubiera celebrado el Día del Vecino en cada "país". Ni tampoco porque se hayan pintado escaleras, balconadas o alcantarillas con mensajes que, si se me permite, poco de interesantes tienen. Ni siquiera porque se haya promovido la cultura musical, sacando en cartel a cuatro o cinco grupos inamovibles (y ¡ojo! algunos con verdadero valor, eso sí hay que reconocerlo). En fin, que no, que Santander no estaba ni está preparada para ser capital de ninguna cultura.

La oferta es pobre, están mal aprovechados los espacios que la ciudad ofrece, se ha obviado sistemáticamente a la verdadera cultura santanderina; nos han traído de fuera lo que han considerado que no hay dentro. ¿Por qué? Pues porque no han mirado bien. Y eso que, al parecer, ese ha sido uno de los principales objetivos del señor Rafel Doctor, infiltrarse en el quehacer cultural de la ciudad para descubrir dónde está la materia prima esencial para llevar a cabo una revolución cultural. Pero yo no he visto mucha calidad, y la cantidad tampoco asombra... En fin, que ni por mucho, ni por bueno.

También sé, y lo digo no por disculparme, pues mi postura ha sido siempre la que se lee ahora, que mucha gente aprovechará que el toro ha pasado para decir aquello de "ya lo sabía yo". Pero ciertamente, para mí, hubiera sido mayor sorpresa conseguir la capitalidad que haber ocurrido lo que ha ocurrido. No me sorprende en absoluto y no se me tache de antisantanderina, todo lo contrario.

Lo que se tiene que hacer, en mi humilde opinión, y debería estar haciéndose desde hace mucho, es plantearse la cultura a corto plazo, desde ya. Pensar en los verdaderamente válidos pintores, escultores, dibujantes, escritores, músicos..., que tenemos en nuestra ciudad ahora. Las grandes promesas que despuntan en un difícil campo de pruebas como es Santander, en la cual nadie sale a la luz por su trabajo, sino por su enchufe o su capacidad para estar más preocupado del trabajo de otros y no del propio. Apostar por caras nuevas, sí, pero por las que tenemos en Santander, que son varias, aunque las caras de siempre no las dejen asomarse al patio. Dinamizar espacios como el Palacio de Festivales, que da pena verlo, lo desaprovechado que está, o como el Museo de Bellas Artes (a ese, con perdón, sí que habría que meterle mano pero ya), inculcar la historia cultural que tiene esta ciudad: la afluencia de intelectuales que tuvo no hace tantos años, la marcada importancia de la Universidad de Verano, la belleza de la Biblioteca Menéndez Pelayo y su interminable fondo de sabiduría erudita, promover la presencia de los jóvenes y los no tan jóvenes en espacios tan bien planteados como la nueva Biblioteca Central. En definitiva, romper con las cadenas de los cuatro o cinco gatos que nos tienen aprisionados en la mediocridad de sus creaciones, y peor, de sus críticas, de las que ya empiezo a estar harta. 

Sobre todo porque no sé muy bien quién les ha dado autoridad para decidir sobre quién sí y quién no es cultura en esta ciudad, más que nada, porque no han dejado de dar palos ciego (con algún que otro acierto que se les ha escapado). 

A Santander lo que le hace falta es que la vivan en el 2010, el 2016 vendrá bien si sabemos trabajar el presente.

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