A veces mis palabras no bastan...

...y uso las de otros que mejor supieron encajar los golpes y darles forma de verso.

¿Triste? No exactamente

[Te esperaba en la estación
con el corazón
colapsado,
acosado
de un hambre atrasada]

Primero se irá tu voz.
Llegará un momento
(y llegará sin avisar,
como un despertador
que truena que es hora)
en que ya no seré capaz de recordar
cómo sonaban tus preguntas,
ni qué música tenía tu sonrisa.

Después se irán los olores.
Me preguntaré,
una mañana,
de qué textura
era el aire que yo respiraba
en tu cuello cuando bajabas
del autobús.
Y no sabré responderme.

Pasará el tiempo.
Y se me nublarán los ojos.
Y ya no sabré en que lado de tu espalda
relucía aquel lunar que me gustaba tanto.

Lloverá,
viajaré.
entraré y saldré de otras vidas,
romperé cristales,
me arañarán, un poco, tal vez,
mientras entorno la puerta,
y de ti entre las manos que te van perdiendo
me quedarán sensaciones,
el tacto.
Y el tacto también se irá.

Se amontonarán los años
y ya no podré decir que tus labios eran
como salir del colegio un viernes por la tarde.
Para recordarte tendré que recurrir a metáforas sin lustre,
de esas que se guardan en el stock,
entre el olvido y las telarañas,
donde todo es más triste.
Metáforas de Dante de veinte duros,
adjetivos sin dientes,
porque el recuerdo no alienta imágenes nuevas.
Diré que tus labios eran suaves, húmedos, cálidos,
que se parecían a una flor o al primer vuelo
de un pájaro por la mañana,
y todas esas cosas que en realidad no dicen nada,
porque el pasado es una sombra que no tiene voz.

Se irán, en último lugar, todas las cosas que hicimos,
cuando todo lo que encendiste en mis sentidos
se apague y no quede un ascua
que mantenga vivo el fuego
de la memoria.

Olvidaré las conversaciones.
Olvidaré dónde te encontré por primera vez.
Olvidaré tu alegría que era como una primavera,
tus manías, tu forma de caminar,
la ropa que te quitaba,
los trozos de tu piel (tímidos mundos suaves) donde mis besos
hacían brotar pequeñas hogueras rojas.

Despacio irás desapareciendo
y yo no podré sujetarte.

[Y tal vez dentro de muchos años,
en otra estación
alguien que será yo,
viejo y cansado,
te verá aparecer una tarde
por un pasillo de la memoria,
como un espejismo sin nombre. Y recordará
desde la lejanía, a través del polvo
de las vidas que ya no fueron,
tu rostro joven como un destello de luz,
un paseo de la mano, las nubes, el aire,
y el sol que te aclaraba
el color de los ojos. Volverás
atravesando el olvido como una bala,
y en silencio interrogaré al vacío
buscando tu nombre
mientras la brisa te lleva de vuelta
al lugar donde duermen los recuerdos soleados de los ancianos].

Miguel Ángel Chica García, abril de 2014.

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