Delicias de carbón (I)


Me siento florecer entre tus piernas, me dijiste. Qué insufrible manera de estropearlo todo, pensaba, yo no quiero que florezcas, si estoy contigo ahora mismo es porque la misma mierda nos ahoga, yo no quiero que me digas que conmigo te rescatas del fango, quiero que te lo tragues como me lo estoy tragando yo.

Qué curioso, te digo, a mí me pasa justo lo contrario cuando me dices eso; ¿es una forma estúpida de acabar la noche o es que te estás enamorando?. Amor no, no no, amor no -corroboras- yo nunca te he querido, decidimos hace mucho que lo nuestro era puro sexo, un folleteo esporádico, pero no sé cómo decírtelo, sí, sí que sé, ya te lo he dicho: me siento florecer. ¡No digas gilipolleces! -te grito guasonamente- ese "florecer" del que me hablas es puro morbo, que te pone que al otro lado estén esperando a entrar, con la bragueta más prieta que tú. Yo creo que no es eso -me dices pausadamente- tal vez sí, pero yo no lo siento de ese modo. Es que no tienes que sentirlo de ninguno, tú y yo estamos a lo que estamos, nada más, mañana yo seguiré con lo mío, tú haz lo que te parezca pero yo mañana no quiero verte, y me pensaré muy mucho volverte a ver.

Te levantas, te vistes y te acercas a la puerta con los zapatos en la mano.

- Esta noche quiero pagarte, hoy creo que has hecho tu servicio, no me has servido de nada, pero me he quedado agusto.

- Así es como tiene que ser, nene, así es y no de otro modo. Tú vienes, sueltas todo lo que tu novia no te deja soltar, pero sin chorradas de floreceres y demás mierda. Ya tengo bastante con quererte sin poder evitarlo, no eches leña al fuego. Ya hablaremos, mañana no, otro día.

- Ten, tu dinero.

- No nene, no hace falta, ya te ha quedado claro. Y ahora vuelve, tienes un rato más, creo que aún te quedan fuerzas, siempre has podido y hoy no va a ser diferente. El próximo tiene que esperar 15 minutos todavía, y a ése sí que le cobro. Ven, siéntate aquí... No te hagas de rogar, no quiero chantajearte pero ten en cuenta que no nos volveremos a ver hasta que a mí no me parezca.

Te sientas a mi lado sin mirarme, ¿qué voy a hacer yo para atesorar estos quince minutos?

Otras entradas