Mañana lloverá (IV)

Fuera hacía bastante frío, aunque Marcos sólo lo notaba en las manos, el resto del cuerpo lo sentía escurridizo, o así quería sentirlo, le hubiera gustado poder desembarazarse de aquel tipo disolviéndose en un charco cualquiera.

Andaron unos pasos y el tipo se paró.

- Mira chaval... Te aviso desde ahora, más te vale que eches patas, que no vuelvas por este garito, ni por esta zona. Espero que nadie te haya visto venir desde donde sea que vivas, porque entonces también tendrás que irte de tu casa. A ver si me explico, yo soy un mandao, y si me dicen que te cruja, yo te crujo, porque tiene que ser así. Pero tienes tal cara de pringao que me das hasta pena, la culpa no la tienes tú al fin y al cabo. Es Carla.

- ¿Quién es Carla? Quiero decir, ¿por qué estoy metido en esto? ¿Qué importancia tiene ella?

- Carla, para tí, no es nadie. Olvídala. No sé qué haríais esa noche, pero como si no hubiera pasado.

- Pero si tampoco fue para tanto

- Chaval, ¡que te calles la puta boca! Que yo no quiero saberlo. Bastante que te libro de unas ostias como panes. Procura olvidarla, y todo lo que ha pasado. Haz como si nada, pero no vuelvas por aquí. Si vuelves, te mato.

- Vale tío... Joder.

Marcos empezó a andar volviendo la cabeza de vez en cuando hacia atrás. El tipo seguía mirándole, supervisando ese alejamiento tan lento y confuso que Marcos había iniciado.

¿Para qué tanta historia por un polvo, o lo que Marcos suponía un polvo? Esa tía no era para tanto, sin embargo, por alguna razón, era ahora, cuando Marcos tenía prohibido interesarse por nada de lo que ella significaba, cuando realmente empezaba a sentir que aquella tía necesitaba ayuda. Marcos creía que estaba metida en alguna historia peligrosa, prostitución o malos tratos, o ambas. Y a pesar de que nunca le había importado nada lo que le pasara al resto de la Humanidad, se estaba preocupando por Carla. ¿Dónde estaría ahora? ¿Dónde? Esa chica. El Bombón. Carla.

Otras entradas